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Flores Inesperadas

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Golden_Jedi View Drop Down
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    Posted: 12 May 2015 at 8:26pm

 

Songfic basada en Teo Torriate (Let us cling Together) música y letra Brian May/Queen para celebrar la nueva visita que nos harán en setiembre próximo (ClapClapClapClap). Lo escribí allá por 2007 o 2008, el sitio dond lo subí originalmente cambió de servidor y se perdió y no lo puedo subir a otros lados por cuestiones de copyright Wink así que de momento, tienen la exclusiva. Por favor, ponganle play a la cancion mientras leen... Ah, si, en realidad la historia no sigue el canon de la saga ni el universo expandido oficial (que de todas maneras está por desaparecer) así que, bueno, es lo que es...


FLORES INESPERADAS

El Halcón Milenario se posó con gracia en la superficie de Yavin IV y su piloto apagó los motores sin perder un instante. La rampa se activó a continuación y Han Solo descendió por ella, inhalando profundamente bocanadas de la húmeda atmósfera del planeta, apenas perturbada por el ocaso inminente. 

El denso perfume de la selva revivió los recuerdos inmediatamente, como sucedía cada vez que visitaba Yavin. Este era el lugar dónde se había enamorado definitivamente de Leia Organa, hacía ya tantos años. El lugar donde, de alguna manera, todo había comenzado.

- Bienvenido, Capitán Solo – lo saludó un joven padawan, interrumpiendo sus remembranzas. – El Maestro Skywalker está dando una clase pero manda decir que estará con usted en unos minutos.

- Gracias, chico. Mira, tengo insumos para la enfermería en la bodega. Mi copiloto te dará acceso, ¿podrías…?

- Por su puesto. Yo me encargo.

- Genial. ¿De casualidad sabes…?

- Se encuentra en el Santuario de la Luz. Está de guardia allí esta semana. ¿Conoce el camino?

El contrabandista coreliano revoleó los ojos. Los jedi completando sus frases antes de que tuviera tiempo de articularlas completamente siempre le alteraban los nervios. – Si no lo han mudado desde la última vez que estuve aquí… - gruñó.

El estudiante Jedi parpadeó sorprendido ante el concepto. Así era el padawan de Luke en resumen: silencioso, amigable, eficiente, sin sentido del humor.

Con una inclinación de cabeza al confundido joven, Han abandonó la pista de aterrizaje y se internó en la selva utilizando una angosta senda que serpenteaba entre los árboles. Unos minutos después, arribó a la masiva estructura que la Nueva Orden Jedi que Luke había refundado de las cenizas de la Antigua, había erigido en memoria de todos aquellos que los habían precedido.

El edificio era mayormente una semiesfera de piedra y cristal de cincuenta metros de diámetro y no demasiado llamativa desde el exterior, salvo por su tamaño. Por dentro, sin embargo, era otra historia, como Han sabía de visitas previas. Era como estar metido en una gigantesca piedra corusca. La doble iluminación de Yavin y su primaria se filtraba por los ventanales y era reflejada y refractada de mil formas a la vez, descompuesta en una docena de tonos y fundida nuevamente al blanco, creando muros, habitaciones y recovecos donde no los había antes. Tenia un extraño efecto sobre los visitantes, tanto Jedi como no Jedi, euforizante y relajante a la vez, y diferente a la vez para cada especie inteligente de la Galaxia.

El coreliano ingresó por la Entrada del Sur y se detuvo en el umbral, admirando la hermosa inmensidad. Los amarronados mantos de algunos Jedi podían verse esparcidos aquí y allá, todos ellos sumergidos en meditación profunda, pero sus ojos se detuvieron sin dudar en la menuda figura vestida de blanco que estaba sentada exactamente en el centro. Su corazón se aceleró de alegría al reconocer el cabello castaño, largo hasta los hombros.

La luz del templo cambio, virando al gris a medida que la primaria de Yavin comenzó a sumergirse detrás de la línea de los árboles.

La figura vestida de blanco alzó las manos, con las palmas hacia arriba como sosteniendo algo infinitamente precioso frente a su pecho. Al comienzo Han no entendió lo que estaba sucediendo, pero luego percibió la diminuta esfera ígnea que flotaba sobre las manos de la Jedi.

La bola de fuego se expandió a medida que su creadora separaba las manos y pronto se elevó también, hasta que alcanzó una buena altura sobre su cabeza. De repente, la Jedi extendió los brazos y la esfera encendida explotó silenciosamente en cien fragmentos que encendieron sendas lámparas sobre el muro circular.

La cámara se iluminó con renovada irradiancia.

- Corazón…- susurró Han Solo asombrado.

La pequeña figura tornó su rostro hacia él, sus hermosas facciones iluminadas por una sonrisa que opacaba las cien luminarias.

- ¡Papá! – exclamó, corriendo a los brazos abiertos de Han.

When I'm gone
No need to wonder if I ever think of you
The same moon shines
The same wind blows
For both of us, and time is but a paper moon...
Be not gone

Cuando me halla ido

No hace falta que preguntes si pienso en ti

La misma luna brilla

El mismo viento sopla

Para los dos, y el tiempo es un espejo de papel

No te ausentes…

 

- Gran trabajo, Raania – interrumpió a padre e hija la suave voz del Maestro Ni. La jovencita se sonrojó, complacida por la alabanza de su Maestro. – Un gusto verlo nuevamente, Capitán Solo – continuó. -¿Cómo se encuentra la familia?

- Todos están bien, gracias, Maestro Ni. – respondió Han cortésmente. Había tenido cierta aprensión cuando Luke había asignado al viejo como Maestro de Raania, pero Ni había sabido ganarse su respeto de a poco y jamás había intentado interponerse entre él y su primogénita. – Aunque la señora asegura que sea una niña o no, éste será su último bebé. – bromeó.

- Pero es una niña – dijo Raania con una risita, y luego se sonrojó profusamente cubriéndose la boca con las manos.

- Lo prometiste – le dijo su padre con falsa seriedad, amenazándola con el dedo índice extendido.

- Perdón – se disculpó Raania encogiéndose de hombros. – Pero sólo tendrás que guardar el secreto por una semana o algo así, ¿no?

- Mi esposa no desea saber el sexo de los bebés antes que nazcan, es una tradición coreliana – explicó Solo al confundido Maestro Ni. – Y luego de cuatro varones… - su boca se torció en una mueca. – Pero le advertí al pequeño diablillo aquí presente que si yo lo sabía, no iba a poder guardar el secreto…

- Tendremos que trabajar en eso cuando regreses, Padawan Solo – le dijo Ni a Raania - la discreción es primordial para un Jedi – agregó guiñándole un ojo.  - ¿Se quedará para la comida vespertina, Capitán? – volvió a dirigirse al mayor de los Solo. – Si no es así…

La jovencita miró con ojos suplicantes a su padre. - ¿Por favor, papá? – Raania sabía que Han no se sentía a gusto entre los Jedi, pero seguía intentando que perdiera su desconfianza.

Han Solo suspiró. No podía decirle que no a esos ojos que eran tan parecidos a los de Leia. – Por supuesto… Despegaremos al terminar, ¿verdad, corazón?

- Los veré allí entonces – se despidió Ni, dejándolos a solas.

Raania tomó a su padre de la mano y tiró de ella con timidez. -¿Vienes?

Han asintió.

Though I'm gone
It's just as though I hold the flower that touches you
A new life grows
The blossom knows
There's no one else could warm my heart as much as you...
Be not gone


Aunque me haya ido

Es como si sostuviera la flor que te roza

Una nueva vida crece

El capullo lo sabe

Nadie podrá templar mi corazón como tú

No estés ausente

 

Han y Raania caminaron de la mano, sus pasos guiándolos con seguridad aun punto del templo que conocían bien.

Los pilares de piedra que sostenían los cristales no eran lisos sino que estaban grabados con letras de una centena de alfabetos. Letras que deletreaban los nombres de todos los Jedi que se supiera que hubieran existido, en el lenguaje de su especie. Nuevos nombres eran agregados cada tanto, a medida que más archivos eran recuperados del brutal intento del Emperador Palpatine por eliminar de la historia a los Jedi. La columnas de nombres ya llegaban mucho más alto de lo que Han alcanzaba a leer en la peculiar iluminación del Santuario.

Finalmente llegaron a su destino. Era una de las secciones que habían sido grabadas en primer termino con los nombre de aquellos que habían muerto para que el renacimiento de la Orden fuera una realidad. Los nombres grabados no eran más grandes ni más llamativos que los demás, pero cada Jedi viviente los sabía de memoria: Obi Wan Kenobi, Yoda, Anakin y Leia Skywalker.

Los dedos de Han Solo acariciaron los rebordes de las letras que formaban el verdadero nombre de la apasionada y joven Princesa que le había robado el corazón tanto tiempo atrás. Era todo lo que le quedaba de ella. Esto, y la hermosa hija que había concebido juntos. La niña del milagro.

Raania Solo pasó su brazo alrededor de la cintura de su padre, mientras él a su vez la atraía hacia si. Todavía no conocía todos los detalles de la naturaleza de la relación entre su madre y Han. A él no le gustaba hablar de ella y el tío Chewie podía ser tan obstinado como el coreliano cuando quería. Las circunstancias de la muerte de su madre también la intrigaban, pero la diplomática respuesta del tío Luke había sido que lo sabría cuando estuviera lista para saberlo. Pero no necesitaba saber nada para sentir el dolor que cada uno de los tres trataba de ocultarle al recordarla. Ese era su don, y por mucho tiempo había sido también una maldición.

De cualquier modo, daba gracias a la Fuerza todos los días por haber permitido que su padre rehiciera su vida con la maravillosa mujer que estaba a punto de darle su segunda hija. Ella ya tenía dos niños de una relación previa, de edades parecidas a Raania. Aun cuando la pequeña hija de Han Solo, por entonces de cinco años, no hubiera tenido ninguna intención de compartir a Papito con nadie de ninguna forma, la mujer había sido lo suficientemente sabia y paciente para encontrar su lugar en sus vidas poco a poco.

Otros dos niños se habían agregado a la familia en los años posteriores. Y Thera jamás había hecho ninguna diferencia entre sus hijos naturales y su hija adoptiva, incluso cuando algunas cosas extrañas comenzaron a pasar a medida que su potencial jedi se desarrollaba. Así de grande era el corazón de esa dama. Raania la extrañaba mucho desde que había comenzado en la Academia.

Raania ansiaba volver a ver a su bulliciosa familia coreliana y conocer a su hermanita próxima  a nacer.

- Traje algo – carraspeó Han. De uno de los bolsillos de su perenne chaleco de vuelo extrajo un pequeño y delgado paquete. Descartando el envoltorio, descubrió una pieza rectangular de metacristal transparente con algunas flores amarillas y rosadas incluidas en él. – Me dijeron que se adheriría a cualquier superficie, veamos si es cierto…

Colocó el cristal junto al nombre de Leia, donde la luz era más intensa.

- Es hermoso, papá, gracias… - susurró Raania - ¿Son…?

- Si – respondió Han Solo. El artista había jurando que eran raanie naturales, las pequeñas flores que crecía por todos lados en Alderaan, en todos los climas, contra todas las expectativas. Los capullos que eones antes de ser destruido le habían dado nombre al planeta. El nombre que había sido perfecto para la invencible luchadora que había sido su hija desde el día uno. Igual que su madre.

Let us cling together as the years go by
Oh my love, my love
In the quiet of the night
Let our candle always burn
Let us never lose the lessons we have learned

 

Sigamos juntos aunque pasen los años

Oh mi amor, mi amor

En el silencio de la noche

Deja que nuestra vela arda para siempre

Nunca olvidemos las lecciones aprendidas

Teo torriatte konomama iko
Aisuruhito yo
Shizukana yoi ni
Hikario tomoshi
Itoshiki oshieio idaki


La noche había caído sobre el Complejo de la Academia Jedi en Yavin IV.

Luke Skywalker aceleraba su paso por el sendero que conducía al Santuario de la Luz, esperando encontrar a u sobrina y su padre allí todavía. Han nunca se quedaba en la luna más que unas pocas horas si podía evitarlo. En el camino se había cruzado con varios Jedi que se dirigían ya al comedor principal.

Al alcanzar la misma entrada que Solo había usado antes, se detuvo súbitamente, fascinado por la escena que se revelaba a sus ojos.

Todos los Jedi habían abandonado el edificio y los únicos que se demoraban allí eran Han y Raania, aun compartiendo un momento en silencio en aquel lugar que Luke también  conocía bien. Pero a medida que sus ojos físicos se acostumbraban a la penumbra nocturna del Santuario, su visión interior reveló una tercera figura junto a ellos.

Una silueta transparente, como de reflejada luz azulada, que se volvió hacía él y sonrió.

Hola, Luke, lo saludó en su mente la calmada voz de su gemela perdida, Leia.

 Hear my song
Still think of me the way you've come to think of me
The nights grow long
But dreams live on
Just close your pretty eyes and you can be with me...
Dream on

 

Escucha mi canto

Sigue pensando en mí como lo hacías

Las noches se alargan

Pero los sueños siguen vivos

Cierra tus hermosos ojos y podrás estar conmigo

Sigue soñando

Teo torriatte konomama iko
Aisuruhito yo
Shizukana yoi ni
Hikario tomoshi
Itoshiki oshieio idaki

 

Hola, Leia, le sonrió en respuesta.

Obi-Wan, Yoda e incluso su padre habían sido quienes vinieran en su ayuda en el largo y solitario camino para reconstruir la Orden. Pero había sido Leia quien aparecía cuando sus preocupaciones se centraban en Raania.

Más de una vez, en sus peores momentos de duda y desesperación, la había cuestionado. Podrías haberte quedado… Raania te necesita, Han te necesita… Yo te necesito…

La respuesta había sido la misma cada vez. Esta era la única manera…

Luke nunca se había animado a preguntar cual hubiera sido la alternativa.

 

When I'm gone
They'll say we're all fools and we don't understand
Oh be strong
Don't turn your heart
We're all
You're all
For all
For always

Cuando me haya ido

Dirán que somos unos tontos y que no entendemos

Oh se fuerte

No te arrepientas

Somos todo

Eres todo

Para todos

Para siempre

 

- Luke.

La voz de barítono de Han sacó a Luke de su estado de remembranza para estrecharle la mano con calidez. – Ha pasado largo tiempo…

- Estuve muy ocupado – se encogió de hombros Han.

Aunque la desconfianza de Han respecto a los Jedi nunca se había apagado por completo, su actitud respecto a la Orden se había suavizado a medida que hacía las paces con la idea de que su adorada hija era uno de ellos. Solo tampoco había tenido un camino fácil para recorrer.

- Vamos – les ordenó Raania, deslizándose entre su padre y su tío. –Quiero saber que hay de cenar hoy. ¡Tengo hambre! – Enlazó uno de sus brazos con cada uno de ellos y los arreó hacia el comedor principal.

- ¿De veras? Supongo que el truquito ese con el fuego debe ser muy cansador – rió Han, dejándose llevar. Raania siempre había tenido un muy saludable apetito y los adultos a cargo de ella habían quedado muchas veces asombrados de que una niña tan pequeña pudiera comer tanto. - ¿O estás creciendo de vuelta?

- No creerías cuánto, papá – le contestó Raania con un guiño cómplice mientras se alejaban del Santuario.

Cuando estaban por recorrer la curva del sendero que ocultaría definitivamente el Santuario, Luke volvió la vista brevemente. En la oscuridad creciente, podía divisar todavía la azulada silueta que brillaba junto a la enorme puerta.

La voz de su hermana le acarició la mente como una cálida brisa de verano. No mires atrás, Luke… No demasiado… Sigue adelante, como hizo Han…

 Raania tiró de su manga y Luke la miró a los ojos, encontrándolos llenos de comprensión y compasión. Por enésima vez, se preguntó cuánto sabría la jovencita realmente.

La brisa se agitó alrededor de Han, Luke y Raania y algunos avianos nocturnos comenzaron a sonar su llamada de apareamiento.

Si Han alguna vez pregunta… La palabras parecía provenir ahora de algún lugar mucho más lejano, un mero susurro en las corrientes de la FuerzaDile que jamás abandonaré a Raania… o a él…

Let us cling together as the years go by
Oh my love, my love
In the quiet of the night
Let our candle always burn
Let us never lose the lessons we have learned...



Edited by Golden_Jedi - 12 May 2015 at 10:11pm
Han shot first.
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